Aspectos principales de esta definición
Según esta perspectiva, la Guerra Fría es el conflicto entre dos sociedades radicalmente opuestas, Estados Unidos y la Unión Soviética, cuyas características económicas, políticas y sociales son incompatibles, además, se suma a ello el hecho que ambas sociedades se consideraban a sí mismas como modelos para el resto del mundo.
Para los autores que sostienen estos planteamientos, la Guerra Fría no se podría haber evitado, ya que los elementos constitutivos de ambas sociedades hacían prever un futuro enfrentamiento. Posteriormente se explicarán las particularidades de cada uno de los autores seleccionados, no obstante, cabe señalar que el principal punto en común de esta tendencia historiográfica es que considera el año 1917 como punto de partida de la Guerra Fría. Efectivamente, el año en que la revolución bolchevique triunfa en Rusia se considera como hito fundamental en la configuración del estado de tensión permanente que caracterizó a la Guerra Fría.
En 1917 llegó al poder en Rusia, no sólo un nuevo modelo político, que destronó a la monarquía zarista, sino que se estableció un nuevo modelo económico y social, que aspiraba a poner en práctica los planteamientos propuestos por Marx, adaptándolos a la realidad Rusa. Además, estos nuevos planteamientos no sólo se establecen como solución a los problemas concretos del imperio ruso, sino que aspiran a convertirse en el modelo a seguir de todas las sociedades del mundo. Lo que se propone es desplazar al modelo de sociedad imperante, cuyas características esenciales, son desde el punto de vista económico, su organización capitalista, liberal en su estructura jurídica-constitucional y burguesa por su clase hegemónica característica.[38]
El conflicto se evidenció desde el primer momento. Los revolucionarios bolcheviques aspiraban a convertirse en faros para el resto del mundo, aunque en vano esperaron que los proletarios de las diversas partes del planeta se levantaran en contra de sus gobiernos burgueses, pero en los gobernantes del mundo occidental surgió el temor de que algo como lo sucedido en el imperio ruso pudiera acontecer en sus propios países. En esas circunstancias se va configurando la rivalidad y la pugna entre estos dos mundos, las distancias se fueron acrecentando, y más aún cuando los países occidentales se deciden a actuar e intervenir directamente en los acontecimientos de Rusia, apoyando a las fuerzas antirrevolucionarias. Inglaterra y Francia se decidieron a actuar directamente, mientras que Woodrow Wilson, Presidente de los Estados Unidos, lo hizo de manera encubierta. Como señala Ronald Powaski, si bien, la intervención de los países occidentales no logró evitar el establecimiento del gobierno revolucionario en Rusia, sí provocó el acrecentamiento de los temores en los bolcheviques, ya que “sembró en la mente de los líderes soviéticos el temor eterno a un cerco capitalista y la creencia de que la guerra entre el comunismo y el capitalismo era inevitable”.[39]
De este modo, la Guerra Fría se transformó en uno de los conflictos más largos de la historia, que abarca alrededor de setenta años, es decir, se extiende durante todo el período de existencia de la Unión Soviética. Se origina en 1917, pero aguarda en una fase de expectación hasta 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial dejó en medio de Europa y frente a frente a los dos grandes vencedores, Estados Unidos y la Unión Soviética. Mas adelante se detallarán las condiciones económica políticas y miliares de ambas entidades tras la Segunda Guerra Mundial, pero cabe señalar aquí, que a pesar del enorme deterioro sufrido por la URSS durante la guerra, su prestigio y poder efectivo eran enormes, y su dominio se extendía hasta el centro de Europa, hasta donde su ejército avanzó en la arremetida contra las tropas Nazis. Estados Unidos se encontraba en mejores condiciones que la URSS debido a que ni su territorio, ni su población, ni su economía habían sufrido menoscabo durante la guerra, y también se encontraba allí, justo en mitad de Europa.
Para los autores que sostienen esta perspectiva historiográfica, la Segunda Guerra Mundial, y más específicamente los años que van desde 1941 a 1945 son sólo un interludio de la Guerra Fría, ya que se olvidan momentáneamente las enormes diferencias entre ambos sistemas y pasan a formar parte de un solo bloque: “Los Aliados”. Pero cuando las razones del acercamiento entre dos entidades sólo radican en la necesidad de vencer a un enemigo común, los lazos se diluyen apenas es alcanzado el objetivo. Y exactamente eso es lo que sucedió tras la Segunda Guerra Mundial. Las diferencias y rivalidades se reavivaron una vez que ya era evidente la derrota de las potencias del Eje, y se hicieron insalvables llegada la hora de organizar el futuro de los territorios ocupados. No fue posible llegar a un acuerdo y finalmente tanto Estados Unidos como la Unión Soviética terminaron transformando sus zonas de ocupación en bloques donde sus modelos económicos y políticos fueron implementados. De ahí en adelante la Guerra Fría conoció 45 años más de historia, hasta la caída del bloque socialista entre los años 1989 y 1991. Los acontecimientos e hitos más relevantes de dicho periodo serán abordados en el segundo capítulo.
¿Qué dice la historiografía?
Entre los autores que adhieren a esta perspectiva historiográfica se analizarán las definiciones propuestas por Andre Fontaine en “Historia de la Guerra Fría” (1970), Joaquín Fermandois en “La Guerra Fría” (1975) – “Chile, ¿Peón o actor de la Guerra Fría?” (1998) y Ronald Powaski “La guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991” (2000).
Como se puede apreciar a partir de las fechas de publicación, dos de las obras seleccionadas para este análisis pertenecen a la década de los ´70, por tanto, se puede afirmar que corresponden a un análisis de la Guerra Fría realizado desde su interior. De ambas obras sólo rescataremos la definición que nos entregan, mientras que la obra de Ronald Powaski (2000), será analizada con mayor detención, pues este autor cuenta a su haber con la posibilidad de visualizar el período estudiado en su totalidad, pudiendo apreciar la Guerra Fría con una mayor perspectiva histórica.
Andre Fontaine define la Guerra Fría como un enfrentamiento entre soviéticos y norteamericanos, motivado por sus ambiciones e intereses contrapuestos, por el choque entre dos ideologías de pretensión universal, encarnadas cada una de ellas en un estado con poder suficiente para hacer de él un candidato a la hegemonía. No obstante, la certeza de que una guerra donde fueran utilizadas todas las poderosas armas con las que se contaba provocaría un cataclismo planetario, impidió que la guerra directa se produjera. En definitiva, la Guerra Fría se transformó en la mayor guerra de todos los tiempos. “Aunque si bien no es la que ha costado más vidas, es la primera en la que se ha puesto en juego el dominio del mundo entero e incluso del espacio circundante, la primera que ha enfrentado, por encima de interese y pasiones a dos recetas de una bondad automática y universal.”[40]
Un aspecto interesante de señalar respecto de Andre Fontaine es el reconocimiento de que su estudio acerca de la Guerra Fría, en un primer momento tenía como punto de partida el año 1946, cuestión que significaba unirse a la opinión general que hacía coincidir el inicio de la Guerra Fría con la ruptura de la Gran Alianza. No obstante, una vez comenzada su investigación reconoce que “era imposible comprender las crisis que se han venido sucediendo en el curso de los veinte últimos años sin remontarse a sus fases iniciales”[41], es decir, hasta el año 1917.
Por otra parte tenemos a Joaquín Fermandois,[42] para quien la Guerra Fría es el enfrentamiento entre dos tipos de sociedades, tradicional una y revolucionaria la otra, donde la lucha gira entorno a intereses ideológicos y consideraciones de poder. Esta pugna comienza en 1917, año en que triunfa en Rusia el movimiento revolucionario bolchevique, el cual presenta sus pretensiones de dominio y expansión mundial, a través de la revolución. En efecto, “cuando surgen las potencias revolucionarias se genera la lucha por la futura configuración del mundo entre potencias revolucionarias y potencias tradicionales”.[43]
Desde esta perspectiva, se destaca que la Guerra Fría constituye una mezcla de elementos tradicionales y revolucionarios. Ello debido, esencialmente, a que si bien el tipo de gobierno y sociedad que se instaura en Rusia a partir de 1917, es revolucionario y cualitativamente nuevo, éste parte desde un espacio geopolítico determinado, el antiguo imperio ruso, del cual hereda una serie de tensiones y motivos tradicionales, propios de una sociedad nacional clásica, pero que ahora pasan a formar parte de otro contexto, caracterizado por el ímpetu revolucionario.
Así, la política exterior occidental, al poner énfasis en los elementos tradicionales, puede verse tentada a pensar que es posible llegar a acuerdos del tipo tradicional con la URSS. Lo cual desde el punto de vista de Fermandois era imposible, ya que los elementos revolucionarios trastocan todo los visos tradicionales que hubiera podido conservar el antiguo Imperio Ruso, convertido ahora en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas.[44]
Uno de los últimos aspectos que nos parece interesante de destacar de la propuesta de Joaquín Fermandois es su percepción acerca de las Relaciones Internacionales durante la Guerra Fría. Sus ideas al respecto se sintetizan en lo siguiente: “Diversos países pasaron a ser objeto del enfrentamiento de las grandes potencia, aunque rarísima vez estas pueden arbitrar de modo decisivo el desarrollo interno. Se podría apoyar a un bando en pugna, pero crear artificialmente un conflicto y un bando es algo casi imposible”.[45]
Esta misma idea la vemos desarrollada en el documento “Chile ¿Pon o actor de la Guerra Fría?” (1998). En este documento, Fermandois sostiene que Chile no fue un títere de las fuerzas generadas por las potencias dominantes de la Guerra Fría, sino que fue un actor con fuerzas y dinámicas propias, con actores propios, los cuales no se mantuvieron al margen de las tendencias globales del devenir de la política internacional. Ejemplo de ello es la impotencia que sintieron los políticos norteamericanos ante la imposibilidad de poder dirigir los destinos de nuestro país.
Finalmente, consideramos pertinente incorporar la periodificación propuesta por Fermandois, la cual, por supuesto, está condicionada por la fecha en que fue publicada la obra “La Guerra Fría” (1975), pero a pesar de ello la exponemos aquí, ya que consideramos que clarifica, en gran medida, la perspectiva de análisis del grupo de historiadores que concibe el año 1917 como fecha de inicio de la Guerra Fría.
Periodificación de la Guerra Fría[46]
Guerra Fría encubierta 1917-1945
En 1917 los elementos de la Guerra Fría están dados. Existe la sociedad con sentido revolucionario y en germen existe en el mundo tradicional la conciencia de enfrentar la amenaza. La caída del fascismo deja al marxismo leninismo como la ideología revolucionaria por excelencia.
Guerra Fría Abierta 1945-1975
Desde 1945 la Guerra Fría es el fenómeno determinante en la política mundial.
– Estallido 1945-1948: tras la Segunda Guerra se toma conciencia de la inevitabilidad del conflicto. El concepto Guerra Fría aparece y se populariza hacia 1947. Como fisuras ideales podemos nombrar el Golpe de Praga, que pone fin a lo poco que queda de Yalta, y el Bloqueo de Berlín, que es el fin de lo poco que queda de Postdam, y donde EEUU y la URSS se enfrentan directamente. Entre 1945 y 1948 está clara la tendencia de la formación de dos bloques gigantescos encabezados por EEUU y la URSS.
– Enfrentamiento 1948-1962: EEUU y URSS tienden a enfrentarse directamente en diversas partes del globo. Entre el 1950-1955 es la política americana la que toma la iniciativa y logra un hábil cerco de la URSS, pero la estrategia de “al borde del abismo”, lleva consigo una cierta inmovilidad, de la cual la tragedia húngara es un doloroso ejemplo. Pero hacia 1956-57 la URSS toma la iniciativa e incluso lleva a cabo su propia versión de política de “al borde del abismo” hasta culminar en la crisis más grave de la Guerra Fría: la crisis de los cohetes (1962).
– Distensión 1962-1975: es otra fase de la Guerra Fría y no su fin. Domina tendencialmente la distensión. Consiste en delimitaciones y acuerdo para prevenir crisis político-militares mayores. Los enfrentamientos adquieren mas bien un carácter moral y psicológico: en guerras limitadas sin participación de las grandes potencias.
La periodificación propuesta por Joaquín Fermandois será considerada como eje estructurante del segundo capítulo del presente trabajo, no obstante nuestro interés analítico se centrará esencialmente en lo que Fermandois denomina “Guerra Fría abierta”, es decir, a partir de 1945.
El período denominado Guerra Fría encubierta (1917-1945) será analizado, esencialmente a partir de la obra “La guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991” (2000), de Ronald Powaski. Respecto de este autor no sólo abordamos la definición que propone de Guerra Fría, sino que haremos un breve recorrido por los hitos más relevantes y significativos de la evolución del conflicto denominado Guerra Fría. Según indica Powaski, “La Guerra Fría fue una pugna por la influencia mundial entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Los dos países emplearon diversos métodos, aunque nunca llegaron a lanzar un ataque directo y total contra sus respectivos territorios”.[47] Uno de los aspectos que destaca es el hecho de que, si bien, es efectivo que las rivalidades y conflictos entre Estados Unidos y la Unión Soviéticas se hicieron evidentes e indiscutibles tras la Segunda Guerra Mundial, los antecedentes de dicho conflicto se remontan al año 1917, año en que la Revolución Bolchevique triunfa en Rusia; Y, más aún, Powaski llega a afirmar que la rivalidad que condujo a estos dos países a sostener un tan largo período de enfrentamientos, hunde sus raíces en fechas tan remotas como 1776, año en que las trece colonias británicas ubicadas en la costa Atlántica del continente americano, ingresan a la escena internacional auto-denominándose como Los Estados Unidos de América.
Tal vez pueda parecer exagerado el interés de Powaski al intentar extender sobremanera los ejes cronológicos del conflicto denominado Guerra Fría, no obstante, sus planteamientos permiten comprender las causas profundas del por qué dos países aparentemente distantes y absolutamente diferentes, se encuentran a mediados de siglo XX disputando por la hegemonía mundial y ubicados frente a frente justo en la mitad del continente europeo.
Para Ronald Powaski, uno de los aspectos más relevantes para comprender las razones del enfrentamiento es una característica compartida por ambos países, el expansionismo. En efecto, fue éste el que progresivamente acercó a dos mundos aparentemente muy distantes y a la vez muy distintos: “La joven nación estadounidense, fundada en 1776, era republicana y democrática; Rusia, en cambio, era un viejo sistema autocrático, hostil a la democracia, xenófobo y conocido por la despiadada represión que ejercía sobre sus numerosos súbditos”.[48]
Por una parte, tenemos el expansionismo de Rusia que “en el Siglo XIV era un pequeño ducado con su centro en la ciudad de Moscú, pero ya había crecido hasta el mar Báltico y se había extendido por la inmensa Siberia cuando tuvo lugar la guerra de independencia de las colonias británicas de América del Norte. A finales del siglo XIX, el Imperio Ruso se extendía de la Europa Central al Océano Pacífico y del Ártico al Turquestán”.[49]
En el mapa se puede apreciar claramente la dinámica de la expansión rusa hasta comienzos del siglo XX.